1. El colectivismo
El feminismo liberal que definió a las primeras integrantes de los feminismos entiende que los problemas de discriminación que afectan a las mujeres lo hacen de forma individual: una situación concreta afecta a una mujer en concreto, que busca a aquellas otras que han pasado por lo mismo para, juntas, ejercer presión desde su individualismo.
En el feminismo radical, sin embargo, la desigualdad por sexo y género es un problema colectivo que debe ser abordado colectivamente. Esto significa que se da mucha importancia a la necesidad de tejer redes de solidaridad que vayan más allá de uno mismo. Se trata de una característica nacida de la influencia del marxismo y que se nota, por ejemplo, en el modo en el que no se pone el acento de los problemas en las personas concretas, sino en los fenómenos sociales que se cree que perpetúan ciertas acciones y actitudes.
Por ejemplo, en el caso de la aparición de mujeres con poca ropa en productos televisivos, es muy común culpabilizar a la actriz, cantante o presentadora en cuestión.
Sin embargo, desde el feminismo radical se subraya la necesidad de preguntarse por qué se explota constantemente al cuerpo de la mujer como si fuese una herramienta de audiencia más, algo que ocurre con menor frecuencia con los hombres. Incluso si las mujeres que aparecen con poca ropa consiguen dinero por ello, las personas que salen más beneficiadas a partir de esta transacción son los altos cargos de la cadena, entre los que la representación femenina escasea.
En definitiva, se habla constantemente no de decisiones individuales, sino de aquello que crea patrones de desigualdad pronunciados: el hombre no necesita utilizar su apariencia para tener notoriedad, pero en las mujeres es más difícil y, en cualquier caso, nunca se llegará a tener verdadero poder sobre lo que ocurre.
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